Mi poesía y mi pintura tienen dos puntos en común: la búsqueda del misterio a través de todas mis vivencias, y la plasmación de los amados paisajes y sus personajes. En la una, suenan como voces lejanas que hablan y recuerdan cosas y heredades perdidas; en la otra están, presentes, destejidos sus huesos por los aromas...
Romilio Ribero, Córdoba, 1974

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Romilio Ribero

Romilio Ribero
(Capilla del Monte 1933 - Córdoba 1974)






"Vivió su infancia en el corazón de la tierra, en profunda comunicación con las cosas elementales, árboles, pájaros, ríos, lenguas del viento y de las lluvias, sombras de la noche, revelaciones secretas. Niño agreste acompañante de entierros en los campos y testigo de fogatas  remotas, de haciendas de paso, amigo de las aguas  y en especial de ciertos árboles, de ciertas piedras y de ciertas luces con las que sostuvo una especial comunion y que al irse le dejaron su perenne amuleto (...)
Romilio Ribero pudo penetrar en el gran círculo del misterio, conoció la teología del sueño, todas las magias de las curanderas, vio mujeres que hacían crecer las plantas mirándolas, mujeres que veían en la oscuridad el futuro y la fortuna.
De este modo quedó también hechizado  e irremediablemente condenado para la poesía."
Enrique Molina




Último Libro de Romilio Ribero: El libro de los Manuscritos

miércoles, 23 de febrero de 2011

El libro de viaje de los varones prudentes - 1959


La mujer del delirio

He paseado con mi padre y mi madre
por todos los prostíbulos del mundo.
Mi madre con sus senos catedrálicos, vestida de negro
y mi padre con su abanico de tempestad
y su chaleco deslumbrante ceñido a su espantosa sotana.
Han sido muchos años de búsqueda.
Querían para mí la mujer de delirio, 
la que devora relámpagos en su sexo infernal
y que con su resplandor sagrado
enceguece el dormitorio de los frutos prohibidos.

Mi padre opinaba
que era preferible una virginidad estremecedora
a que cualquier mujer cohabitara conmigo
entrégandome el paraíso de su vértigo.
Por eso, exigía de esa dama
un conocimiento exacto del cinturón de castidad,
la sabiduría del manejo de la cópula
y otros menesteres como lapidación y locura.
Mi madre, por el contrario
habituada a sus ritos conyugales,
consideraba sagrado de mi sexo, 
y por lo tanto soñaba con una dondella
exactamente igual a la que encontró a Moisés en las
       aguas.

Días y años, de país en país,
solicitaban turnos en las casas prohibidas,
y mujeres jóvenes y viejas,
vírgenes e infecundas,
mostraban sus negrísimass clepsidras ente mi desnudez.
Eran examinadas por mis progenitores,
se desvestían ante espejos vociferantes
y mostraban sus cualidades de amor.
Sus extrañas poses fatales, 
sus trances y sus espasmos
sobre lechos del crimen, del pavor, del júbilo,
y de las revelaciones.
En sus cuerpos había extrañas inscripciones rituales
       heridas y mordeduras
y en sus pieles acerbas y terribles, recuerdos de miles 
       de manos
que han partido de viaje hacia el olvido o la muerte.
Y de sus labios se desprendían vocablos oscuros,
comprensibles únicamente en los países del asco.
Algunas portaban en sus senos
guirnaldas de fuegos misteriosos y al principio o al final
de la jornada, siempre alguna de ellas, moría por mí,
en una comedia desagradable y estúpida.

De esta manera, he envejecido junto a mis adorables 
padres.
Todas las noches, hay una extraña luna en mi aposento.
Una luna inmortal y atávica que sonríe como una
advertencia.
Y mi madre sigue con sus muertas historias
y sus pruebas de magia.
Y mi padre examinando su traición.



Libro de oscuras dinastías - 1959



EL ADOLESCENTE DE LAS PIEDRAS

HAY UN PÁLIDO OLOR A PÁJARO
en las cavernas de Altamira
hay una tierra en cada párpado
y un crepúsculo en cada uva.

Hay un niño que escribe cantando
con los bisontes de las aguas
y una mujer que se duerme en el liquen
como se duerme la azucena
entre las fétidas cornadas.

Hay en fin un guerrero muerto
atravesado por tres astros
que gobiernan a la Holandera
la que teje cuerpos de flores
y corta con sus dedos la tiniebla.

Hay no sé cuántas cosas raras
cuando el mundo de terciopelo
abre sus toros de fragantes dientes
y los cuerpos ansiosos de deseo
ofrecen sus cinturas a las muertas magnolias.

De tal manera entiendo
lo que el monarca ordena con las pestes
que siempre estará un cuerpo
ardentísimo eterno melancólico
dormido entre las sábanas del fuego.



Las otras mujeres - 1961


LA INDESCRIPTIBLE

De las diez mujeres del fuego
de las diez mujeres del viento
esta es la indescriptible.

Esta es la musical la prodigiosa la paciente de la celeste sal
la que tenía un buey corazón de paloma la que hacia girar
sus grandes manos hacia los arrabales de los sacrificados

(Cierta noche las aguas del mundo dejaron de caer sobre
los grandes mares sobre los grandes bosques y ciertos
animales de la magia aullaron sobre el mundo según un
plan de los arrodillados, cierta noche las tribus del desierto
contaminadas por las azucenas dejaron de crecer con sus
besos sombríos y entre grandes ciudades del fuego y de las
razas afirmaron su edad.)

De las diez mujeres que bebieron el fuego esta es  la 
indescriptible.

-y desde aquella noche los rollos de poética trajeron nuevos
cantos para ser repetidos en misteriosos pueblos nacidos
bajo un ídolo a la orilla del mar que señalan ciudades
esponjosas ácidas solitarias ciudades que en la aurora dejan
su nombre escrito en las últimas aves y emigran como el
alma hacia verdes tormentas-.

De las diez mujeres que comieron del ardiente polen
esta es la indescriptible.

Las mujeres, Las magias

   


TODA COSTUMBRE ES UN JUEGO

HAY JARDINES DONDE SE DESPIERTA LA DEGOLLADA,
jardines donde el viejo poeta labra en el árbol de su
      fantasía;
y está rodeado por los caballeros que traen los huesos de
      su madre.

Hay jardines que desembocan en la caverna del oro
y allí se despiertan los minerales
para ser venerados por el hijo de la Creación.

Hay jardines que se despiertan y se duermen
y otros con el fétido viento del cadáver de una serpiente,
donde el viejo poeta, canta, toda costumbre es un juego.

Toda comida se repite.


Familiares y Sortilegios

martes, 22 de febrero de 2011

Libro de Bodas, Plantas y Amuletos - 1963




 Enumeraciones de Amuletos

Los perros de las piedras,
las urracas que nacen en los viajes del sol hacia países
      tórridos, 
las víboras que el hombre engendra en su perfume con la
      primera noche del hechizo,
las fogatas, la yesca del cabello, 
los huevos de la iguana sobre tibias magnolias,
las pulseras de bronce y de caireles que te ciñen las 
     manos,
 ese tocado extraño con plumas de gigantes serpentarias, 
lo agresivo del hierro en cadenas que rompen tus rodillas,
son talismanes raros y fatídicos
que saben de la ausencia en la memoria,
y que arden en sí mismo
para enseñarte cosas y bienes del deseo y la lujuria.
Antes de regresar, consulta el libro de las tejedoras, 
     impregnado de lluvias.
Si la luna ya quema la sal celeste de la menstruadora,
y la amapola crece nuevamente entre orfebres del oro,
y las mujeres traen las cargas de retamas olorosas para el
     fuego del pan, 
entonces tu retorno
serán celebraciones en tratados de amigos,
y no tendrás espanto al lecho del conjuro o del incesto,
ni a mugientes ciudades con altos mataderos y hospitales
     inciertos que abren a medianoche.
Ni a cenos de rameras que caen desbordados con perfumada
     escama cerca de los asilos y las tumbas.

Traza sobre tu pecho el signo del placer y de las bodas.

Tuya es la eternidad con su insaciable túnica y sus ardientes
     labios.

- Así dice el cronista del mar con amuletos, a la raza
reciente que ignora sus augurios.
 



Las pálidas esmeraldas - 1963

  
Extraños Comerciantes

Conozco comerciantes de corazones de insectos
y de escapularios
Y también comerciantes de monjas
engañadores de truenos
y carbonizadores de altares adorables
He recibido invitaciones secretas de los comerciantes fúnebres
y de los comerciantes de arpas ceremoniales
pero el miedo me ha impedido asistir a sus asambleas
probablemente celebradas en cementerios mágicos
en islas sumergidas
en barrios habitados por damas peligrosas engendradoras de ratas

Todos ellos funestos
algunos golpean mis puertas y tratan de venderme
piernas roídas por la tempestad del páramo
santos de madera con los puños alzados para el crimen
espectros de guerreros extenuados
y señoritas degolladas e intratables
Son fanáticos de sus propiedades
y a sus coversaciones las matizan
con historias de accidentados embalsamadores
con suicidios
prisiones
desapariciones
o relatos de casas disecadas bajo el león del desierto
con escaleras en forma de tormenta
con barriles rechinantes de vientos
y tótems deslumbrantes
dóciles a las siervas
vestidos con el fulgor de la cuaresma

Y de sus manos surgen terciopelos flamencos
manuscritos jurídicos de reyes olvidados
confesiones de un hedonista
aguafuertes de paisajes convencionales
poemas de adolescentes desgraciados
y gargantas de mujeres aburridas exquisítamente bordadas de ágata
Lámparas para el sombrío resplandor de la reina
y túnicas robadas de las mansiones de los tigres
Yo nada puedo comprarles porque me es imposible
Aún no he reunido el oro necesario para pagar mi cuota de estadía
en el fuego.
 


Libro de las hechiceras y los matrimonios - 1964





  CUANDO HABLO DE LAS HECHICERAS

Es más bello que el espiritista de la espuma, es más
            melancólico que ciudades sin fuego nimemoria donde
            yacen amantes del diluvio.
Es más certero que el sangriento hierro que entrelaza serpientes
           degolladas para hechizar a todos los testigos.
Es más cierto que estar sin las honras del viento entre amenazadoras
           estirpes de lso libros, entre las jerarquías de las mujeres-flores
           y las mujeres-lechos.
Es más exacto que hablar del agua conjurada que no vuelve del
           cielo por catorce veranos y que oye desprenderse en su
           ardoroso vientre los hijos de las lianas como los astros
           crueles del gemido.
Es más flagrante que confiarse a unos labios de las vegetaciones
           que retuercen el trópico con las aves carnívoras y los
           negros corales del perfume.

¡Mundos, mundos abiertos para mí, allá donde encontré las 
cabelleras de los inextinguibles príncipes del desierto!

Y todo igual al desolado aeda que gira desvestido de fragancias
           hasta que escuche cómo el viento de oro devora sus imperios!

Presentación de mi Familia - 1965


Manifiesto en favor de mi tía Eulalia


Para los otros la locura del Marqués de Sade
y las mil puertas del prostíbulo a un mismo tiempo girando
hasta pulverizarde.
Para esos el polen de los ritos del fuego,
y la ignorancia de los conjuros y sortilegios para hacerse
invisible.
Para mí, los almohadones pintados de mi tía Eulalia!

Para los otros la bomba de nitrógeno
y el descubrimiento de las civilizaciones micénicas
y las tablillas con el secreto de los toros.
Para ellos, los peligros del mar y las praderas del delirio.
Para mí, el arte insuperable de los almohadones pintados
por la tía Eulalia!

Para los otros el derrumbe de Anatolia,
y los malechores con máscaras de flores y faroles de musgos,
y los rincones del duelo, el infierno y la vergüenza
de saberse perseguidos por los espiritus del fuego,
para mí, la sabiduría y el arte de los viudos
en los conmovidos colores de los elefantes pintados por mi tía
Eulalia.

Que otros entiendan a los alquimistas y constructores de
catedrales, que otros tengan minas de diamantes,
que otros vistan túnicas de zafiros y usen perfume viril a media
noche,
que a mí me dejen cantar a la belleza
de la domesticadora de tigres,
que ha pintado mi tía Eulalia en los almohadones de mi lecho.

¡Que viva la tía Eulalia y sus genialidades,
que viva tía Eulalia y su arte exquisito!

Libro del lejanísimo día - 1969



Los infiernos

VI COMO NACÍA LA NOCHE EN LA LLANURA ENTRE PACIENTES
                    lluvias, desoladoramente vestidas de
signos de la desesperanza.
Vi también a las lluvias cansadas dispersar manos, insectos,
alrededor de la desterrada, y morir en el lado del diluvio.
También sé que nadie iba a volver de las últimas muertes, ni 
                 responder su voz a las hiedras
sedientas del verano.

Pero yo hablo de amantes que se hundieron en su
            alucinamiento por extraños países
con las carnes mojadas y postrados sus cuerpos en el último
            resplandor.
Y condenados a desintegrarse, a olvidarse del celeste espíritu
            que embalsama las cosas.


Quien mira las estampas del infierno que guardaba la abuela, 
            piensa:
Aqui están y tenían un cuerpo de dos mil años y unas manos
           de otra raza.
Y dicen: en este lugar hay siniestras criaturas que no fueron
           bautizadas,
y también mujeres con el vientre roído por las flores.


Y otros: aquí descenderemos para quemarnos y clamar
           eternamente.


Y así lo evoco a ese infierno, cantando por tres noches una
           inmortal bienaventuranza.


De una madre escuché: hasta el día del juicio, extraerán de tu
           cuerpo la sangre
y quemarán tus uñas y tus visceras darán de aliemento a los
           pájaros.
Y de un anciano que, postrado veía regresar las bandadas que
           indicaba el lugar
donde se guarda la luna: "te coronarán  allí de insectos y tus 
huesos se empaparán de otras aguas".


Pero yo hablo de cuerpos que se olvidaron de los ministerios
           celestes y de los martirios;
de rostros que llevaban el origen de la corrupción y
de mujeres que se desvestían en la llanura para danzar en
           extrañas bodas animales.
Y que fueron condenadas, sin compadecimientos, a quemarse
           entre peces voladotres,
en el centro mismo de tan milenaria ciudad.

Y debajo de la gran estampa que guardaba la abuela, había
palma para quemarse, y un rosario para invocar en la época
          del granizo, 
y una rosa disecada 
que perteneció al primer nacimiento.

Y también existían para testimonio, los hombres que habían
          quebrado los cielos
y apestaron los lechos y las órdenes celestes no obedecieron.
Y larvas que fatigaban a los desnudos derramados, sin sexos,
          sin senos, sin rostros;
apiladas manos humeantes y detrás de tan absurda creación
un fuego eterno, alimentando océanos de orejas y ojos,
en un laberinto de donde nadie podía escapar.

El paraíso destronado - 1960




Spiritu

En tierra del diluvio destruída
por estaciones de su activa esencia.
Era tan solo la ilusión de un Día.
El signo de Su Espejo. O Su Presencia.

Era el descenso. Era la ascendencia.
Fuente que canta en la ignorancia vía.
No me veía pero me perdía
en su continua e inmortal Creencia.

¿Cuál es mi Yo? maduro en la sagrada 
matriz. En la armonía de la Nada.
Soy un período en mi verdad. Me apresa

lo no visible, en su Sabiduría:
soy Leonardo, Beethoven, soy un Día
de alguien, revelador de la Belleza.

domingo, 20 de febrero de 2011

Todo fénix es la mirada

 

Poema libro del derrumbe de la sombra

Agua ciega y derrumbe de mi sombra
en sanguinarias flores de mi estirpe.
Estoy solo mi amor.
¡Ay, elevado fuego de mi alucinamiento!,
¡ay, rama de mis láminas de lágrimas!
Estoy solo mi amor.
Aunque en la sombra fría lo pregonan
consumadas personas que presentan
ramos del alma, arenas con tu nombre
estoy solo mi amor. 




Imago Mundi - 1971


IMAGO MUNDI


IMAGINADO REINO
del pavor, la locura y la muerte
gobernado por el Cero Infinito.
¿Qué equilibrado perfume
sostiene esta mirada en el fuego?
¿Qué dulce palabra nos convoca
para ser el escuchado?
¿En cuál tormenta huirá la noche
hacia la concenación 
o la salvación?
Mundo de lo extraño
y lo destruído
para ser salvados. 


miércoles, 16 de febrero de 2011