CUANDO HABLO DE LAS HECHICERAS
Es más bello que el espiritista de la espuma, es más
melancólico que ciudades sin fuego nimemoria donde
yacen amantes del diluvio.
Es más certero que el sangriento hierro que entrelaza serpientes
degolladas para hechizar a todos los testigos.
Es más cierto que estar sin las honras del viento entre amenazadoras
estirpes de lso libros, entre las jerarquías de las mujeres-flores
y las mujeres-lechos.
Es más exacto que hablar del agua conjurada que no vuelve del
cielo por catorce veranos y que oye desprenderse en su
ardoroso vientre los hijos de las lianas como los astros
crueles del gemido.
Es más flagrante que confiarse a unos labios de las vegetaciones
que retuercen el trópico con las aves carnívoras y los
negros corales del perfume.
¡Mundos, mundos abiertos para mí, allá donde encontré las
cabelleras de los inextinguibles príncipes del desierto!
Y todo igual al desolado aeda que gira desvestido de fragancias
hasta que escuche cómo el viento de oro devora sus imperios!
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