Mi poesía y mi pintura tienen dos puntos en común: la búsqueda del misterio a través de todas mis vivencias, y la plasmación de los amados paisajes y sus personajes. En la una, suenan como voces lejanas que hablan y recuerdan cosas y heredades perdidas; en la otra están, presentes, destejidos sus huesos por los aromas...
Romilio Ribero, Córdoba, 1974

martes, 22 de febrero de 2011

Las pálidas esmeraldas - 1963

  
Extraños Comerciantes

Conozco comerciantes de corazones de insectos
y de escapularios
Y también comerciantes de monjas
engañadores de truenos
y carbonizadores de altares adorables
He recibido invitaciones secretas de los comerciantes fúnebres
y de los comerciantes de arpas ceremoniales
pero el miedo me ha impedido asistir a sus asambleas
probablemente celebradas en cementerios mágicos
en islas sumergidas
en barrios habitados por damas peligrosas engendradoras de ratas

Todos ellos funestos
algunos golpean mis puertas y tratan de venderme
piernas roídas por la tempestad del páramo
santos de madera con los puños alzados para el crimen
espectros de guerreros extenuados
y señoritas degolladas e intratables
Son fanáticos de sus propiedades
y a sus coversaciones las matizan
con historias de accidentados embalsamadores
con suicidios
prisiones
desapariciones
o relatos de casas disecadas bajo el león del desierto
con escaleras en forma de tormenta
con barriles rechinantes de vientos
y tótems deslumbrantes
dóciles a las siervas
vestidos con el fulgor de la cuaresma

Y de sus manos surgen terciopelos flamencos
manuscritos jurídicos de reyes olvidados
confesiones de un hedonista
aguafuertes de paisajes convencionales
poemas de adolescentes desgraciados
y gargantas de mujeres aburridas exquisítamente bordadas de ágata
Lámparas para el sombrío resplandor de la reina
y túnicas robadas de las mansiones de los tigres
Yo nada puedo comprarles porque me es imposible
Aún no he reunido el oro necesario para pagar mi cuota de estadía
en el fuego.
 


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