
Manifiesto en favor de mi tía Eulalia
Para los otros la locura del Marqués de Sade
y las mil puertas del prostíbulo a un mismo tiempo girando
hasta pulverizarde.
Para esos el polen de los ritos del fuego,
y la ignorancia de los conjuros y sortilegios para hacerse
invisible.
Para mí, los almohadones pintados de mi tía Eulalia!
Para los otros la bomba de nitrógeno
y el descubrimiento de las civilizaciones micénicas
y las tablillas con el secreto de los toros.
Para ellos, los peligros del mar y las praderas del delirio.
Para mí, el arte insuperable de los almohadones pintados
por la tía Eulalia!
Para los otros el derrumbe de Anatolia,
y los malechores con máscaras de flores y faroles de musgos,
y los rincones del duelo, el infierno y la vergüenza
de saberse perseguidos por los espiritus del fuego,
para mí, la sabiduría y el arte de los viudos
en los conmovidos colores de los elefantes pintados por mi tía
Eulalia.
Que otros entiendan a los alquimistas y constructores de
catedrales, que otros tengan minas de diamantes,
que otros vistan túnicas de zafiros y usen perfume viril a media
noche,
que a mí me dejen cantar a la belleza
de la domesticadora de tigres,
que ha pintado mi tía Eulalia en los almohadones de mi lecho.
¡Que viva la tía Eulalia y sus genialidades,
que viva tía Eulalia y su arte exquisito!
Para los otros la locura del Marqués de Sade
y las mil puertas del prostíbulo a un mismo tiempo girando
hasta pulverizarde.
Para esos el polen de los ritos del fuego,
y la ignorancia de los conjuros y sortilegios para hacerse
invisible.
Para mí, los almohadones pintados de mi tía Eulalia!
Para los otros la bomba de nitrógeno
y el descubrimiento de las civilizaciones micénicas
y las tablillas con el secreto de los toros.
Para ellos, los peligros del mar y las praderas del delirio.
Para mí, el arte insuperable de los almohadones pintados
por la tía Eulalia!
Para los otros el derrumbe de Anatolia,
y los malechores con máscaras de flores y faroles de musgos,
y los rincones del duelo, el infierno y la vergüenza
de saberse perseguidos por los espiritus del fuego,
para mí, la sabiduría y el arte de los viudos
en los conmovidos colores de los elefantes pintados por mi tía
Eulalia.
Que otros entiendan a los alquimistas y constructores de
catedrales, que otros tengan minas de diamantes,
que otros vistan túnicas de zafiros y usen perfume viril a media
noche,
que a mí me dejen cantar a la belleza
de la domesticadora de tigres,
que ha pintado mi tía Eulalia en los almohadones de mi lecho.
¡Que viva la tía Eulalia y sus genialidades,
que viva tía Eulalia y su arte exquisito!
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