EL ADOLESCENTE DE LAS PIEDRAS
HAY UN PÁLIDO OLOR A PÁJARO
en las cavernas de Altamira
hay una tierra en cada párpado
y un crepúsculo en cada uva.
Hay un niño que escribe cantando
con los bisontes de las aguas
y una mujer que se duerme en el liquen
como se duerme la azucena
entre las fétidas cornadas.
Hay en fin un guerrero muerto
atravesado por tres astros
que gobiernan a la Holandera
la que teje cuerpos de flores
y corta con sus dedos la tiniebla.
Hay no sé cuántas cosas raras
cuando el mundo de terciopelo
abre sus toros de fragantes dientes
y los cuerpos ansiosos de deseo
ofrecen sus cinturas a las muertas magnolias.
De tal manera entiendo
lo que el monarca ordena con las pestes
que siempre estará un cuerpo
ardentísimo eterno melancólico
dormido entre las sábanas del fuego.
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